El padre Julio Cesar López, párroco de la catedral Santiago de Tunja presentó oficialmente la ‘Cruz’ con la que se fundó la ciudad, el 6 de agosto de 1539 por el capitán Gonzalo Suárez Rendón, siendo la última sobreviviente de ese histórico acontecimiento.
“Más que un regalo fue la presentación oficial al celebrar 479 años de la fundación de Tunja; me sorprende que mis antecesores no hubiesen mostrado esta reliquia histórica que forma parte del patrimonio nacional”, dijo el sacerdote.
Durante más de cuatro siglos la ‘Cruz’ permaneció bajo la custodia de la iglesia católica de Tunja, específicamente en la catedral para evitar que fuera hurtada o destruida.
“La cruz siempre ha permanecido con nosotros y por cuestiones de seguridad nunca se había mostrado”.
Pese a ello, el símbolo de la fundación de Tunja fue expuesto en una de las columnas de la catedral por varios años sin que los feligreses conocieran la trascendencia histórica de ella.
“Es la testigo número uno de la fundación de Tunja porque es obvio que la catedral no existía cuando ocurrió eso y no existe ningún otro vestigio patrimonial de este acontecimiento”, agregó el padre López.
La cruz llegó a Tunja con el Fray Vicente de Requejada, primer agustino que llegó al continente americano y quien además, acompañó la expedición del capitán Gonzalo Suárez Rendón quien fundó a la ciudad de Tunja y firmó además, el acta fundacional de la capital de Boyacá.
“Es una cruz traída de España, fue la cruz que acompañaba a los conquistadores y colonizadores” explicó el párroco de la catedral Santiago de Tunja.
La Cruz es de madera y está empotrada en una pequeña capillita de color dorado y antiguo. Todavía tiene en el fondo de color verde oscuro, varias estrellas doradas pintadas a mano.
(link is external), centrada exclusivamente en el patrimonio cultural. Nació así una nueva conciencia de la importancia que se debe otorgar al patrimonio cultural en el ámbito de la seguridad. Hizo falta siglo y medio para que la idea cristalizara.
Fuente de Oro. Mediante autorización de intervención arqueológica, arqueólogos del campo de producción Castilla de Ecopetrol, restauró una vasija perteneciente al Museo Arqueológico de Fuente de Oro.
“La vasija restaurada pertenece a la cultura Guayupe y por datos de correlación arqueológica de hallazgos similares que encontramos en el campo Castilla, los estudios de carbono 14 indican que ésta pieza puede tener una existencia desde el año 1.400”, explicó Oscar Garcés, líder de construcción del campo de producción Castilla de Ecopetrol.
La restauración de esta pieza antigua de gran valor para la región que se encontraba fragmentada, se realizó a petición del Museo Guayupe, quienes ante la capacidad y disponibilidad que ofreció el equipo de arqueología de Ecopetrol, autorizaron para que los fragmentos de pieza se transportaran hasta un laboratorio en Bogotá, sin poner en riesgo su materialidad.
Este proceso, tardó siete días, se inició con la limpieza de cada pieza para retirar partículas de tierra y adhesivos de intervenciones pasadas, luego la unión de cada fragmento, desde la base hasta la boca, con la ayuda de bandas elásticas y prensas con el fin de dar la posición correcta y ejercer mayor presión para que las juntas quedaran lo más cerradas posible. También se realizó el acto formal de entrega de este ejemplar que queda listo para exhibición.
Twitter: @notillano Web: notillano.com – AA Karina Carreño
Fuente de Oro. Mediante autorización de intervención arqueológica, arqueólogos del campo de producción Castilla de Ecopetrol, restauró una vasija perteneciente al Museo Arqueológico de Fuente de Oro.
“La vasija restaurada pertenece a la cultura Guayupe y por datos de correlación arqueológica de hallazgos similares que encontramos en el campo Castilla, los estudios de carbono 14 indican que ésta pieza puede tener una existencia desde el año 1.400”, explicó Oscar Garcés, líder de construcción del campo de producción Castilla de Ecopetrol.
La restauración de esta pieza antigua de gran valor para la región que se encontraba fragmentada, se realizó a petición del Museo Guayupe, quienes ante la capacidad y disponibilidad que ofreció el equipo de arqueología de Ecopetrol, autorizaron para que los fragmentos de pieza se transportaran hasta un laboratorio en Bogotá, sin poner en riesgo su materialidad.
Este proceso, tardó siete días, se inició con la limpieza de cada pieza para retirar partículas de tierra y adhesivos de intervenciones pasadas, luego la unión de cada fragmento, desde la base hasta la boca, con la ayuda de bandas elásticas y prensas con el fin de dar la posición correcta y ejercer mayor presión para que las juntas quedaran lo más cerradas posible. También se realizó el acto formal de entrega de este ejemplar que queda listo para exhibición.
Twitter: @notillano Web: notillano.com – AA Karina Carreño
Fuente de Oro. Mediante autorización de intervención arqueológica, arqueólogos del campo de producción Castilla de Ecopetrol, restauró una vasija perteneciente al Museo Arqueológico de Fuente de Oro.
“La vasija restaurada pertenece a la cultura Guayupe y por datos de correlación arqueológica de hallazgos similares que encontramos en el campo Castilla, los estudios de carbono 14 indican que ésta pieza puede tener una existencia desde el año 1.400”, explicó Oscar Garcés, líder de construcción del campo de producción Castilla de Ecopetrol.
La restauración de esta pieza antigua de gran valor para la región que se encontraba fragmentada, se realizó a petición del Museo Guayupe, quienes ante la capacidad y disponibilidad que ofreció el equipo de arqueología de Ecopetrol, autorizaron para que los fragmentos de pieza se transportaran hasta un laboratorio en Bogotá, sin poner en riesgo su materialidad.
Este proceso, tardó siete días, se inició con la limpieza de cada pieza para retirar partículas de tierra y adhesivos de intervenciones pasadas, luego la unión de cada fragmento, desde la base hasta la boca, con la ayuda de bandas elásticas y prensas con el fin de dar la posición correcta y ejercer mayor presión para que las juntas quedaran lo más cerradas posible. También se realizó el acto formal de entrega de este ejemplar que queda listo para exhibición.
Twitter: @notillano Web: notillano.com – AA Karina Carreño
Su origen había sido un misterio, que acaba de ser resuelto desde el espacio.
Los agujeros están en el desierto de Nasca. La zona es famosa por sus imágenes geométricas grabadas en la superficie -las llamadas líneas de Nasca-, que son las pruebas arqueológicas de una sociedad que floreció hace dos milenios y acabó desvaneciéndose.
Lo que siempre ha intrigado a los expertos sobre el antiguo pueblo de Nasca es cómo logró sobrevivir en un área donde las sequías pueden durar por años.
Según Rosa Lasaponara, del Instituto de Metodologías para Análisis Ambiental, en Italia, los puquios eran un "sofisticado sistema hidráulico construido para recuperar agua de los acuíferos subterráneos".
Y transformaron esta inhóspita región.
Lasaponara y su equipo estudiaron los puquios utilizando imágenes satelitales.
Los puquios eran un sofisticado sistema hidráulico construido para recuperar agua de los acuíferos subterráneos"
Con las imágenes tomadas desde el espacio los investigadores fueron capaces de mejorar el entendimiento de cómo los puquios estaban distribuidos a través de la región de Nasca y dónde estaban ubicados en relación a los asentamientos cercanos.
"Lo que es claramente evidente hoy es que el sistema de puquios debe haber sido mucho más desarrollado de lo que se creía", afirma Lasaponara.
"Al explotar un abastecimiento inagotable de agua a lo largo del año el sistema de puquios contribuyó a una intensa agricultura en los valles en uno de los lugares más áridos del mundo".
Una serie de canales transportaban el agua, atrapada en el subsuelo, hacia las áreas donde ésta se necesitaba. Cualquier cantidad restante era almacenada en embalses en la superficie.
Para ayudar al transporte, se excavaron chimeneas sobre los canales en forma de embudos en espiral.
Estos embudos dejaban que el viento entrara a los canales y eso forzaba al agua a fluir a través del sistema.
"Los puquios fueron el proyecto hidráulico más ambicioso de la región de Nasca y proveían agua durante todo el año, no sólo para la agricultura e irrigación sino también para necesidades domésticas", dice Lasaponara, quien escribió un libro sobre sus estudios satelitales titulado "Antiguo Mundo Nasca: Nuevos Conocimientos de Ciencia y Arqueología", que será publicado a fines de este año.
El origen de los puquios ha sido un misterio para los investigadores porque no ha sido posible usar las técnicas tradicionales de datación por carbono en los túneles.
Lo que es realmente impresionante es el gran esfuerzo, organización y cooperación que se requirieron para su construcción y mantenimiento regular"
Rosa Lasaponara
Getty
Alta tecnología
El pueblo de Nasca tampoco dejó claves sobre sus orígenes. Igual que muchas otras culturas sudamericanas, no tenían sistema de escritura.
Su existencia nos muestra algo extraordinario sobre la gente que vivió en la región de Nasca desde antes del año 1.000 a.C. hasta el año 750 de nuestra era.
"La construcción de los puquios involucró el uso de tecnología particularmente especializada", dice Lasaponara.
"No sólo los constructores de los puquios necesitaban un entendimiento profundo de la geología del área y de las variaciones anuales en la disponibilidad del agua, el mantenimiento de los canales fue también un desafío técnico debido a que éstos se extendían a lo largo de placas tectónicas".
"Lo que es realmente impresionante es el gran esfuerzo, organización y cooperación que se requirieron para su construcción y mantenimiento regular", dice la investigadora.
"Eso significó una dependencia regular del abastecimiento de agua durante siglos, en una de las zonas más áridas de la Tierra".
"Es probable que el mantenimiento fuera un sistema de colaboración socialmente organizado, similar al adoptado por la construcción de las famosas líneas de Nasca, que en algunos casos están claramente relacionadas a la presencia de agua", afirma.
La calidad de la construcción era tan buena, que algunos de los puquios todavía funcionan hoy, agrega la científica.
Estas estructuras muestran que el pueblo nativo de la cuenca de Nasca no sólo era altamente organizado, sino que su sociedad estaba estructurada como una jerarquía, dice Lasaponara.
La investigadora asegura que los puquios eran vitales para que "quienes tenían poder sobre las comunidades controlaran la distribución del agua y afirmaran su influencia".
El conocimiento de cómo llevar agua hacia uno de los lugares más secos de la Tierra significó que tenían en sus manos la verdadera clave de la vida.