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domingo, 16 de febrero de 2014

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Arqueólogos españoles desentierran una momia de hace 3.600 años en Luxor 13 febrero 2014
El cuerpo de Neb ha sido hallado en una cámara sepulcral excavada en la roca a cuatro metros de profundidad. El ataúd es de dos metros de largo y medio metro de ancho y está en buen estado de conservación
Los investigadores del Proyecto Djehuty, liderado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), han descubierto en el extremo norte de la necrópolis de Dra Abu el‐Naga, en Luxor (antigua Tebas), un ataúd intacto de un hombre llamado Neb, del año 1600 a.C. correspondiente a la dinastía XVII del antiguo Egipto. La excavación, de seis semanas de duración, está patrocinada por Unión Fenosa Gas por tercer año consecutivo.
Este hallazgo, realizado durante la XII campaña de excavaciones arqueológicas, arrojan luz sobre la dinastía XVII. En este periodo histórico, aún poco conocido, la ciudad de Tebas se convierte en capital del reino, y se asientan las bases del imperio, y del dominio egipcio sobre Palestina, Siria, y Nubia.
El proyecto, dirigido por el investigador del CSIC, José Manuel Galán, del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo, cuenta este año con un equipo de 16 especialistas españoles y cuatro extranjeros.
El descubrimiento de Neb
El cuerpo de Neb ha sido hallado en una cámara sepulcral excavada en la roca a cuatro metros de profundidad. El ataúd, de dos metros de largo y medio metro de ancho, se encuentra en buen estado de conservación, y mantiene brillantes los colores de su decoración original.
La entrada fue descubierta perfectamente cerrada con adobes, por lo que ya se intuía que nunca había sido abierta tras depositar el ataúd. Dentro de la pequeña cámara tallada en la roca se ha recuperado un gran ataúd antropomorfo de madera tallado y decorado siguiendo el estilo característico de la dinastía XVII, denominado “rishi” (que significa “alas” en árabe). “Por ese motivo, el ataúd tiene pintado en la tapa un par de alas extendidas sobre el cuerpo del difunto, como si una diosa alada le abrazara por detrás, otorgándole así su protección en el más allá”, detalla Galán.